Se conoce como ciencias exactas, ciencias duras, ciencias puras o ciencias fundamentales a las disciplinas que se basan en la observación y experimentación para crear conocimientos y cuyos contenidos pueden sistematizarse a partir del lenguaje matemático.
La precisión y la rigurosidad son dos de las principales características de las ciencias exactas, una rama donde se emplea el método científico más riguroso para comprobar hipótesis. Estas ciencias buscan la irrefutabilidad de sus postulados valiéndose de predicciones cuantificables y objetivas.
Asimismo, resulta interesante mencionar que es posible distinguir entre las ciencias exactas experimentales y las de tipo no experimental. En el primer grupo se encuentran aquéllas que pueden demostrar sus hipótesis por medio de experimentos.
Las ciencias exactas no experimentales, en cambio, hacen foco en objetos ideales. A partir de algunos axiomas, los expertos desarrollan deducciones que no hallan sustento en la realidad sensible.
Estas disciplinas, por lo tanto, pueden llevarse a cabo a partir de un proceso de deducción lógica de enunciados novedosos impulsados por axiomas ya conocidos o mediante la contemplación de axiomas nuevos, los cuales no pueden derivar de los existentes, pero tampoco los contradicen.
Es importante tener en cuenta que estos axiomas no están considerados como verdaderos o falsos, sino como consistentes. Esto se entiende con mayor facilidad al pensar que de los conocimientos aportados por las matemáticas, la física o la química, entre otras ciencias exactas, se juzga su coherencia y validez.









